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No fueron demasiadas, pero sí muy traumáticas las noches que se vivieron en el césped del Cartagonova, estadio ligado al mal fario; al llanto de media ciudad en el 99; a los sollozos de Sabino en 2006; a ese runrún del "cualquier partido grande en el Cartagonova siempre acaba en fiasco". Para dejar atrás esos recuerdos y enterrarlos en los subsuelos de Benipila, para los más supersticiosos, el recinto municipal estrenó ayer tapete y cambió el orden de los banquillos. Una nueva vida del verde que sirvió para ver al Cartagena recuperado de su mala racha, con la brújula calibrada y ya enderezado, por el buen camino, después de varios baches continuados.
El césped nuevo, plantado con mimo, "a golpes de sol y de agua", que diría Serrat, permitió al Cartagena navegar sin oleaje hacia la portería del mito Toni Doblas, zorro viejo que apura sus últimos años en el San Fernando, un club modesto que atraviesa momentos delicados. Doblas ya no es un tipo ágil y felino a sus 37 años, y eso se nota bajo palos. No está para mucho ajetreo. Quien más intentó hacerle gol fue Aketxe, primero con un fuerte cabezazo al centro y luego con un potente disparo de falta, envenenado y que, con ciertos problemas, acabó enviando a saque de esquina. Después, a los veinte minutos, un mal centro de Jesús Álvaro también pilló a contrapié a Doblas, que atajó apurado con el puño.
A pesar de la corriente de ocasiones, de merodear una y otra vez el área, no transmitía un juego nítido el Cartagena en la primera media hora, con un Poley turbio en la sala de máquinas, con Cristo y Hugo haciendo malabares imposibles y con un Kuki Zalazar voluntarioso, crecido después de su partido ante el Goa indio, pero con poco colmillo para encarar o buscar el disparo. En una de esas idas y venidas, Carri pisó el acelerador y Zabaco lo frenó en seco en el perímetro del área. La falta del futbolista del San Fernando rozó el palo izquierdo de Pau Torres. Fue el aviso de lo que sucedería después, al filo del descanso: o el Cartagena apretaba los dientes o el partido iba a empezar a complicarse.
Con un penalti infantil de Jesús Álvaro (tanto que ni siquiera rechistó al árbitro), en el minuto 38, saltaron las alarmas: a Pedro Ríos, otro que ya se conoce todas las partes de la película, no le temblaron las piernas desde los once metros y clavó el balón en la escuadra, al lado contrario donde intuía Pau Torres. El jerezano, curtido en mil batallas, tiene ya 36 años: puso el 0-1 en el marcador y, sin embargo, su presencia hasta el final fue prácticamente testimonial. Una de cal y otra de arena.
El Efesé supo asumir ese mal trago con tesón, sin medias tintas y ajeno al ruido, a ese murmullo que ya se escuchaba en la grada: durante los cinco minutos previos al descanso hubo un intento de reacción, con un tanto (bien) anulado a Moisés y un tiro seco de Hugo, una carambola que pudo suponer el empate: el balón se estrelló contra las dos bases del poste, con el correspondiente paseo por la línea de gol, antes de salir escupido fuera. El público cantaba el empate y el árbitro señaló el final de la primera parte.
Lo mejor que pudo hacer el Cartagena tras el asueto fue no dejarse llevar por la corriente del partido, que desemboca en caer adormecido al compás de los minutos: el equipo dio continuidad a ese último arreón de la primera parte, invadió el campo rival y eliminó del mapa de juego al San Fernando, agotado. El Efesé encontró su hoja de ruta y ahí cambió el encuentro por completo, con la balanza de su lado.
La banda derecha de Óscar Ramírez fue la vía para desconchar el encuentro; de los centros medidos del catalán llegaron todas las embestidas albinegras. Un envío con rosca del lateral lo cazó Aketxe en el segundo palo, que, en plancha, se sacó de recurso un testarazo fortísimo e imposible para Doblas. El ariete vasco, entre molestias, sanciones y malas rachas, no veía puerta desde la tarde en La Condomina. Ayer estuvo bregando con Guerrero, un defensa muy duro, y obtuvo recompensa. El público supo reconocer esa lucha cuando fue sustituido en el minuto 80.
Líder Moisés
Una vez conseguido el empate, el resto fue coser y cantar. Los goles pudieron sucederse en cadena, con un Cartagena entregado a la causa y un San Fernando reducido, maniatado en manos del cuadro local. Si dañinas eran las apariciones de Óscar Ramírez, más lo fueron las acciones a balón parado. Tiene ahí un filón el equipo de Monteagudo, ayer bien explotado: una falta lejana de Poley, que rinde mejor cuanto más lejos está del área, lo aprovechó Moisés García para emerger desde el punto de penalti y elervarse, imponente, por encima de los defensas y cabecear a la red. 2-1 en menos de diez minutos.
Tan capital, tan crecido se veía el central sevillano, que echó la persiana al partido con el tercero de la tarde. Con Dani Abalo fresco y con ganas de marcha (no paraba de asociarse por el ala diestra), aunque con falta aún de fuelle, el celtiña apuró hasta línea de fondo y asistió al defensor, que embocó de primeras y coló la pelota por debajo de las piernas de Doblas. Tuvo tiempo de gustarse el Efesé y poner el broche con una goleada, que se quedó a mitad. Pese a ello, la cita sirvió para lo más importante en este momento: ajustar la brújula y volver a la senda del triunfo, tras cuatro jornadas descarrilado.
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